Una de las cien inauguraciones oficiales que, según el periódico, han tenido lugar en estos días.
Los pobres bailarines de la performance (esas fotos que están en el post anterior) que organizó Cabeza de Ratón para amenizar la visita, se congelaron amargamente en la puerta esperando que llegaran los gallifantes de la política extremeña. Media hora de reloj. Al día siguiente Cristina tuvo fiebre. Pobre.
Por la noche nos tocó a nosotros darle a los botoncitos.
Hoy el vídeo llega antes que las fotos del evento, aunque las fotos lleven días dando vueltas por facebook. Esto de tener varios ordenadores es lo que tiene. Las cosas se pierden entre unos y otros o directamente por el camino.
Lo más gracioso fue la mezcla racial. Puse a las gitanillas del barrio a moverse como mis robots.
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